La primera vez que pude votar en unas elecciones mexicanas, lo hice por Cuauhtemoc Cárdenas, lo tenía claro. Muchos de mis amigos de entonces también pensaban igual. Recuerdo que el camino a la universidad, toda la calzada Independencia, estaba repleta de unos carteles muy emotivos con una pareja besándose y con la leyenda: «Queremos soñar». Eso hicimos: soñar en que el PRD dirigiera el país. Perdimos.
En ese entonces aún podía confiar en algunos políticos, en un puñado, ahora no. Después de conocer e interactuar con políticos con distintos niveles de responsabilidad y de distintos partidos, estoy seguro que dirigir a México, debe ser vocacional, y por manos de ciudadanos pertenecientes a colectivos populares.
Dirigir un país como México es algo muy serio, como para dejárselo a los políticos, que por lo general son unos bribones, mangantes, cantamañanas, cínicos e imbéciles. Para muestra tenemos un Peña Nieto en los Pinos…
Por primera vez, o por lo menos así me lo parece, en México se está gestando un empoderamiento ciudadano, con gente muy capaz, honrada, luchona e inspiradora como el pintor Francisco Toledo, el poeta Javier Sicilia, el padre Alejandro Solalinde o el actor Giménez Cacho, que hace unos días celebraron el “Primer constituyente ciudadano y popular”.
La política mexicana está podrida y roba a manos llenas. Intuimos que hay un mejor México que solo se puede alcanzar con una transición dirigida por colectivos sociales.
Seguiré recordando esos carteles con la leyenda: «Queremos soñar».
Augusto Metztli.