¿Por qué? Siento tanta tristeza por esta compañera como por ese alumno. Lo siento, no puedo separar la paja del trigo en esto. Hace años presencié en mi aula un ataque de furia de un alumno de 15 años. Destrozó a patadas un armario y rompió los cristales con una silla. Todos sus compañeros y yo nos quedamos quietos mientras mirábamos lo que sucedía. En un momento me enfrentó y casi juntando su nariz con la mía me gritó algo, no puedo recordar qué, pero sí puedo recordar el miedo que sentí aunque no bajé la mirada ni un segundo. Cuando llegaron mis compañeros lo redujeron (sí, como la policía) y se lo llevaron.

Agresiones de este tipo hay todos los días en varios institutos de este país. Era cuestión de tiempo que esto sucediera. Por eso siento tanta tristeza, tantas ganas de llorar.

Estábamos avisados.

Artículo: Marisol Cosimano.

Ilustración: Augusto Metztli.

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