Que dar la teta huela a teta; a leche, mamá y bebé

Que dar teta_Ana Ocegueda

El 1º de agosto inició la celebración de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, una causa que es necesario reivindicar y volver a poner en las manos (y en las tetas?) de aquellas (y únicamente de aquellas) a quienes pertenece: a las madres.

Porque, para no variar, ha sido un robo más perpetrado por el de siempre: el patriarcado, en su división capitalismo, dejándonos con muchas muertes, problemas y vicios.

Para quien tenga curiosidad sobre el tema de las muertes, solamente hay que poner en el buscador «muertes bebés pobreza Nestlé» y éste arrojará resultados para leer durante un buen rato. Por ahora me enfocaré en un vicio que igualmente importante, afecta al tema: a la lactancia materna le voy encontrando tufo a patriarcado. Me explico, antes de que se le caiga el pelo a alguien:

Somos muchas las mujeres que ya no nos tragamos más la idea de que hay que dar un biberón para «liberarnos» (y atarnos a un empleo). Tampoco nos creemos que nos veremos menos «pueblerinas» (¡¿?!) dando un biberón o que seremos mucho más modernas, o más humildes por dejarnos «ayudar». Tampoco nos importa que nos comparen con vacas (en mi caso, además, porque prefiero parecerme a una hermana vaca que según a que espécimen humano) y nos asumimos como mamíferas, animales, salvajes. Es más, las lobas, perras, gatas, vacas, cabras llegan a ser nuestra inspiración, nuestros animales totémicos a la hora de parir, nutrir y maternar a nuestras crías.

Eso suena todo positivo, ¿verdad? ¿Dónde está el tufo a patriarcado, entonces? ¡Aaaaaah, pues en la obligación! Sí, en la supuesta obligación de dar la teta. Y ojo, mucha atención: yo me considero lactivista, mi hijo toma la teta y la seguirá tomando hasta que algunx de lxs dos diga basta; sufrí muchísimo, y aún a veces lo hago, cuando la lactancia con mi hija fue un rotundo «fracaso» (creo que debería escribir «aprendizaje» pero a veces aún tengo la sensación de que fue un fracaso); estoy convencida de que la lactancia materna es el plan de alimentación perfecto creado por Mamá Naturaleza para nuestrxs hijxs. Peeeero… De eso a que se imponga y se haga un deber, hay mucho trecho.

¿Por qué? Porque somos hijas del patriarcado, solamente por eso y por ende, estamos contaminadas de ideas equivocadas sobre nuestros cuerpos, nuestras habilidades y capacidades. Y porque exigirle a una mujer, cuando deviene madre, que confíe en su cuerpo y en la perfecta ingeniería con la que ha sido equipado cuando toda la vida le ha sido sembrado el desconocimiento, desinterés y desconfianza en su cuerpo y en su persona en general, me parece un tremendo absurdo, una exigencia improcedente e injusta.

Porque la lactancia materna está prevista como algo que naturalmente ha de fluir, como fluye con la leona o la elefanta (salvo que ellas no están contaminadas culturalmente); también ha de ser algo que se sienta bien hacer, tanto para bebé como para mamá, no algo que tenemos que hacer para no sentirnos culpables, egoístas o «malas madres», que eso, de natural, no tiene nada. No es una norma más que debemos cumplir para pertenecer al club de las «súper mamás» o ser aprobada por cualquier otro grupo, sino algo que podemos hacer con la información y el apoyo correctos, si así lo deseamos. ¿Es la opción ideal? Pues sí, pero no seríamos menos madres si eligiéramos algo diferente (las que no lo elegimos, sino que no nos quedó de otra, o así lo vivimos en aquel momento, somos tema aparte).

La recuperación de la lactancia materna como espacio exclusivo de las madres se dará, desde mi punto de vista, únicamente en la medida en que contagiemos a otras madres con una actitud positiva, respetuosa y empática, no desde la coerción, la culpa y el miedo, que son estrategias patriarcales (y bajas). Recuperar este espacio (de poder) es de un amplio beneficio ecológico, nos conviene a nosotras y les conviene a nuestrxs hijxs, así que, si lo queremos de vuelta, debemos ser artistas del ejemplo, el apoyo y la empatía, jamás del reproche o la manipulación, que de eso ya vamos bastante sobradas.

Ana Matricia Ocegueda.

Publicado originalmente en la web delirioscompartidos.com

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