Dice Rita Barberá que no dimite, que ni se lo plantea; que ella es inocente, que todo es mentira. No se le puede negar la presunción de inocencia, claro, pero en mi opinión, la exalcaldesa de Valencia tiene razones de sobra para dimitir.

Este es un país en el que la palabra dimisión es tabú. Está mal visto dimitir. Parece como si, además, la palabra incompetencia no existiera en nuestro vocabulario. Si escarbamos un poco, incluso nos daremos cuenta de que todo esto está relacionado con la prepotencia y la chulería que tanto nos caracteriza. Aquí todos hacemos bien nuestro trabajo, todos tenemos un historial intachable, todos somos íntegros e incorruptibles cuando, en realidad, a veces los hechos demuestran todo lo contrario.

El Partido Popular debería desaparecer o al menos pensar seriamente en una refundación, actualizarse y evolucionar. Rita Barberá, al igual que muchos otros en el PP -también en otros partidos, la corrupción no es unipartidista-, no han hecho otra cosa que desplegar sus tentáculos y adherirse firmemente a sus cargos para obtener beneficios personales -no lo digo yo, lo dicen los hechos y la justicia-. Se están riendo de nosotros y les seguimos votando. Asombroso.

A todos nos suenan de algo los nombres de Gürtel, Púnica, Noos, Taula, Bárcenas, Pokémon, etc.

¿Cuándo abriremos los ojos?

Fernando Prado.

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