El pasado domingo 3 de abril el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) publicó, junto con 370 periodistas en 78 países, una investigación sobre las sociedades offshore -sociedades mercantiles domiciliadas generalmente en un paraíso fiscal por un no residente, que están exentas de impuestos-. Más de once millones de documentos, registros, contratos, correos electrónicos, filtrados de forma anónima gracias a los cuales nos estamos enterando de que estamos rodeados de defraudadores, algo que ya sabíamos pero que, sin embargo, parecía no importarnos. Han tenido que salir a la luz nombres de futbolistas, deportistas, artistas, políticos, presidentes y todo tipo de personajes respetables, todos muy honorables, para que el trozo de mundo que aún quedaba en pie se cayera por los suelos levantando una gran polvareda. El hecho es que esto va de papeles. No sé si de los encontrados o de los que deberíamos perder para exigir, como sociedad, responsabilidades.

En el reino de cuento de hadas en el que vivimos, con toda la familia azul salpicada de barro hasta el cuello, lo que nos indigna es que esa gentuza que se hacen llamar “periodistas” acaben mezclando política y negocios con el deporte o las artes. Está claro que el tiburón Montoro tenía la mosca detrás de la oreja y por eso se sacó de debajo de la manga una amnistía fiscal hecha a medida. Me pregunto si los vinculados a los Papeles de Panamá son el tipo de emprendedores a los que hace referencia el majo de Antonio Banderas.

Y entonces aparece en escena José Manuel Soria, excelentísimo exmnistro de Industria, quien después de decir una cosa, la otra y luego la contraria en un intento desesperado de aferrarse a una rama durante el temporal, no tuvo más remedio que soltarse y salir volando. Así el PP podrá lavarse la facha de cara a las más que posibles próximas elecciones.

¡Volare!…

Fernando Prado.

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