Mientras esperaba en la cola del supermercado para pagar las cuatro cosas que llevaba, justo a mi lado derecho había una señora esperando también. Ella llevaba el carrito de la compra más grande que hay disponible en ese super. Estaba lleno de cajas de cereales para niñxs, cajas de galletas de varios tipos, zumos, refrescos, yogures, natillas, danoninos, fiambres, paquetes de donuts y panes industriales. Sí, habrá quién diga, el típico carro de la compra lleno de exquisiteces y buena comida para alimentar a una familia. Un montón de cariño empaquetado, disponible en las estanterías para comprar y llevar a casa.
Es preocupante y peligroso que hayamos normalizado ciertos hábitos, como por ejemplo, que eso que llevamos en el carrito de la compra es un alimento, que una dieta basada en productos diseñados para aniquilar a la especie humana, sea la mejor opción para alimentar a los niños y a las niñas. Pensar que es la única opción viable para que una familia se alimente. Nuestra cerrazón llega a tal punto que ese tipo de alimentación tiene el plus de que socialmente es bien vista y más si son las marcas que salen en la TV, pero además se percibe como más fácil y práctica de consumir. La pregunta es: ¿Es más sencillo comer un danonino que una mandarina?.
Hay una pequeña entrevista donde Virginia la Dietista Enfurecida dice: «Lxs niñxs deben evitar todos los alimentos que sean dirigidos para niñxs», hay familias enteras que consideran la comida chatarra como una opción viable para comer todxs juntxs, una o dos veces por semana. La obesidad, la diabetes, enfermedades de la piel, gastritis, hipertensión y estreñimiento son el resultado de una alimentación inconsciente.
El cocinero y activista Jamie Oliver decidió cambiar desde dentro los hábitos alimenticios de todo un país, demostrando que en los comedores escolares se pueden comer alimentos nutritivos y atractivos para lxs niñxs por un buen precio. Usando recursos pedagógicos de todo tipo, involucrando a lxs niñxs, a las familias, a lxs profesorxs y a las autoridades escolares lo consiguieron. Se puede ver todo este proceso en el documental «La revolución de Jamie Oliver».
A menudo pienso en ese carrito de la compra, lleno de comida basura y me pregunto cómo es posible que con la cantidad de información disponible, la gente no cambie sus hábitos, cuando son todo ventajas, es más barato, y los beneficios son múltiples: físicos, anímicos y, lo más importante, vitales. Porque de lo contrario, lo único que se está consiguiendo es reducir la expectativa de vida de las nuevas generaciones.
Augusto Metztli.
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