Mariano Rajoy a veces me recuerda a un participante de un concurso televisivo; ese típico concursante eternamente nominado y que sin embargo se las arregla, programa tras programa, para seguir adelante contra todo pronóstico, acercándose cada vez más a la victoria.

Es un personaje mediático, tal vez sin querer serlo. En los escasos momentos en que parece sentirse seguro de sí mismo, uno puede tener la impresión de estar delante de un monologuista; el tío se crece, suelta una gracieta y sonríe de esa manera tan peculiar suya, enseñando la lengua.

Este señor con barba y gafas que parece estar siempre a punto de arrancarse el disfraz, ya es Presidente por segunda vez.

Me pregunto si es necesario que nuestros presidentes y ministros juren su cargo ante un ejemplar de La Biblia y un crucifijo. Me pregunto si sirve de algo, ética y moralmente, que levanten su mano derecha mientras juran lealtad a un Rey católico que vive gracias a nuestros impuestos.

¿Para cuándo un Estado laico? ¿Para cuándo una república?.

Fernando Prado.

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