Un joven de 22 años da una paliza a una mujer de 38 en el portal de un edificio en San Juan de Alicante. La agresión fue grabada por las cámaras de seguridad del inmueble; un vecino vio las imágenes y acudió a las autoridades. La mujer, aterrorizada, ha preferido no denunciar a su agresor que, sin embargo, ha sido condenado a dos años de cárcel por un delito de lesiones.

Un joven de 27 años da una patada por la espalda a una mujer mientras baja las escaleras de una estación del metro de Berlín. Gracias a las cámaras de vídeo vigilancia la policía ha podido detener al agresor.

Estos son solo dos ejemplos de violencia ejercida contra las mujeres que se han hecho visibles gracias a unas grabaciones, pero la mayoría de las veces el maltrato no sale a la luz.

Se estima que más del 12% de la población femenina mayor de 16 años ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida. También se calcula que sólo el 22% de las mujeres que sufren malos tratos en Europa denuncian a sus maltratadores.

Más allá de las patologías, no podemos culpar única y exclusivamente a la sociedad, al sistema, al patriarcado. Si un hombre es un maltratador lo es, en la mayoría de los casos, porque quiere. Vivir en un entorno machista en el que ejercer la violencia contra las mujeres es aceptado como algo normal y rutinario no justifica el maltrato psicológico ni las agresiones, sean del tipo que sean.

La mujer debe dejar de vivir con miedo, y sí con todas las libertades a las que tiene derecho como persona y como individuo en la sociedad condicionada; debe dejar de ser juzgada, maltratada, violada y asesinada en todas partes y a todas horas.

Ni una víctima más.

Fernando Prado.

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