La jueza Esther Fernández Arjonilla ha fallado lo imposible: Ha prohibido que el pensamiento materializado por la fuerza muscular, no pueda dibujar ciertas cosas. Según la jueza, el ilustrador Mikel Urmeneta no podrá dibujar a Testis, o sí, o no, o más o menos, o… Es como prohibir escribir algunas letras, como prohibir mirar en una dirección, como vender la sonrisa de la Mona Lisa a un tercero y prohibirle a ella sonreír. La jueza será recordada por fallar un disparate, un imposible. Por más vueltas periciales que se le dé, el trazo de una mano le pertenece al trazador. Nunca, aunque así se firme, se vende un dibujo con su extensión cerebral y manual del artista vivo, solo se vende su derecho a reproducirse en un soporte. Pero por el resto de los tiempos, dicho trazo, dicha obra le pertenece a quién la hace. Le guste o no, lo entienda o no, la jueza Fernández y el empresario Bermejo, lo que han hecho es gravísimo, han creado un precedente que puede hacer que otrxs delirantes y voraces empresarixs demanden a creativxs por chorradas imposibles.

Lo que se ha fallado ahora es mutilar la creatividad.

La jueza ha decidido extirpar pensamientos y traficar con ellos. Habrá que matricularla en la facultad de Bellas Artes, para ver si pilla el despropósito que acaba de hacer.

“Un dibujo es un cabo que va de la mano a la mente” (La palabra y el dibujo. Danza de ángeles – Ángel Martínez García-Posada.)

Augusto Metztli.

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