Ocurrió en 2012. La exministra francesa de Vicienda, Cécile Duflot, acudió a la Asamblea Nacional de Francia con un vestido que provocó risas y silbidos. Era simplemente un vestido con estampado azul.

El Museo de las Artes Decorativas de París expone la prenda en cuestión junto con otras muchas de diferentes épocas que, en su día, también causaron cierto revuelo. La exposición lleva el nombre de Tenue correcte exigée, quand le vêtement fait scandale y su intención es mostrarnos los escándalos que han marcado los cambios en la historia de la moda desde el siglo XVIII.     ¿Cómo debemos vestirnos? Esta es una pregunta que, en mi opinión, carece de sentido y la respuesta debería ser una obviedad: como nos apetezca. Sin embargo, cuando salimos a la calle somos juzgados miles de veces al día. Todos, sin excepción, parecemos llevar una etiqueta identificativa que permite saber -mejor dicho, imaginar- a los que nos observan quiénes somos, a qué estrato económico pertenecemos, cómo es nuestra personalidad, qué música nos gusta o qué tan frikis somos, todo en función de nuestra indumentaria. Así de sencillo es emitir juicios.     Si eres mujer -sí, sobre todo si eres mujer-, sabes que debes vestir un tipo de prendas u otras dependiendo del físico que tengas, de la ocasión, de la hora del día, de tu trabajo; aunque al fin y al cabo, te vistas como te vistas siempre serás criticada, descalificada, insultada, desnudada, violentada y tratada como un objeto.     Que no se te caigan los colores.

Fernando Prado.

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