Anna Gabriel

Dejemos a un lado el cúmulo de despropósitos, incoherencias e incompetencias, fracasos políticos, cambios de camisa, dualidades y esa obsesiva pasión por llamar a las cosas por su nombre a pesar de no saber muy bien de qué estamos hablando.

Dejemos a un lado, aunque sea por un momento, las orientaciones ideológicas y las posturas políticas, las barbaridades pronunciadas en nombre de dioses, patrias y estados.

No pensemos ahora en las legalidades e ilegalidades, en las interpretaciones de la justicia, en el diálogo o el enfrentamiento.  Olvidémonos incluso de la violencia policial, de los heridos y de los políticos y miembros de la sociedad civil encarcelados.

Por enésima vez la sociedad patriarcal -machista y misógina- y el homo antecessor que aún llevamos dentro se han empeñado en emitir juicios sobre la valía o incompetencia de una persona en función de su físico y su aspecto. Prima de manera inevitable la imagen, etiquetada y estereotipada en base a prejuicios, fobias, ignorancia y miedo.

Anna Gabriel es independentista, anticapitalista, antisistema, feminista y, por si fuera poco, mujer. Una perro flauta en toda regla, pensarán. Eso ya es difícil de soportar. Pero lo que definitivamente no pueden perdonar es verla en Suiza vestida y peinada de manera diferente. Se ha quitado el disfraz, dicen, como si de repente se hubiera convertido en una persona normal.

Imposturas o no, Anna Gabriel es una política coherente le pese a quien le pese. Y encima habla un francés envidiable. Eso duele en el ego de muchos. No se ha quitado la máscara, no. Lo que ha pasado es que los hombres y mujeres de bien de este país se han dado cuenta de que lo que debería ser algo anecdótico -que un partido como la CUP tenga representantes en las instituciones- es en realidad una amenaza no solo para su continuidad en el poder, sino también para el orden establecido.

Rige el pensamiento cavernario, enfrascado y envasado al vacío para mantenerlo en un estado óptimo de conservación y apto para el consumo de la siguiente generación. La perpetuación.

Más allá del corte de pelo de Anna Gabriel señalado por una turba de acomplejados está el miedo.

Fernando Prado.

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