He comprobado que no hay nada que provoque más a los machistas y a sus colaboradores y colaboradoras, que una mujer feminista se manifieste, que cuestione, que evidencie, que dé un golpe sobre la mesa y que haga propio un espacio que antes solo era de alguien con pene. Eso incluye al lenguaje, por eso hasta la RAE (grupo de ilusxs que piensan que el lenguaje es suyo), intervinieron en el debate de si la palabra «Portavoza» que inventó Irene Montero era correcta.

El feminismo cotidiano, el que cada día reivindica o combate una normalidad machista, es el que hace temblar los cimientos de una sociedad heteropatriarcal monoteísta, aupada por todos y todas. Donde la normalidad es guardar silencio ante las agresiones machistas, sean en el ámbito que sean.

Las Portavozas, no son portavoces, porque las portavozas son mujeres feministas. Son políticas como Irene Montero poniendo en evidencia al absurdo, insensible, fascista e ignorante de M. Rajoy, es Anna Gabriel luchando por cumplir su programa electoral, es Marichuy diciendo “Obedecer y no mandar», es Ada Colau negándose a ir al evento medieval del besamanos de Felipe, heredero de Franco, es Mónica Oltra denunciando a los corruptos del PP, es la pintora Marthazul defendiendo su trabajo, son las ajedrecistas Anna y Mariya Muzychuk negándose a participar en torneos auspiciados por reinos opresores y machistas, es Ascensión Mendieta desenterrando a su padre. Las portavozas cuando hablan hacen florecer. Por eso a lxs demás les jode.

Y si no estás con ellas (las portavozas), entonces eres parte del problema. Háztelo ver.

Pasaba x Aquí

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