Matteo Salvini, ministro de Interior italiano, es ese tipo de personaje -por llamarlo de alguna manera- que no deja indeferente a nadie. Cualquiera que lo escuche puede quedar fervorosamente atrapado en sus palabras y pensar con convicción que ya era hora, que las cosas tenían que decirse así, sin tapujos, dando la cara y defendiendo a toda costa a la ciudadanía de las hordas de escoria humana que vienen dispuestas a invadirnos, a llenar nuestros países de niños negros y musulmanes.

En mi caso y, creo que en el de muchas otras personas, las palabras de Salvini no producen otra cosa que indignación y rabia, y me sitúan en alerta ante un discurso que está dando resultados en una Europa que se está volviendo cada vez más conservadora.

Desmemoria. Los políticos como Salvini parecen haberse olvidado de la historia reciente, cuando cientos de miles de europeos tuvieron que huir o exiliarse por las guerras, y tuvieron que emigrar hacia otros países para no continuar viviendo en la miseria.

Evitemos los somníferos, por favor. Mantengámonos despiertos.

Fernando Prado.

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