Tapones

En estos tiempos de exaltaciones todo es posible. Puede que estemos perdiendo el sentido de la realidad o, siendo menos drásticos, que estemos transformándola en algo más perteneciente al mundo de la ficción. Así, vivimos en una fantasía peligrosa en la que los simbolismos toman una dimensión desproporcionada.

Todo resulta monstruoso en una sociedad de seres alienados. Nos es más fácil abrazar una idea para sentirnos a salvo como parte de un todo que continuar buscándonos y definiendo nuestra propia identidad. Eso requiere esfuerzo, constancia y valentía. Reconocernos delante del espejo cada mañana puede ser un ejercicio desagradable, en ocasiones casi insoportable, pero seremos siempre más libres si practicamos ese acto de voyerismo asomándonos a nuestros propios abismos que huyendo de nuestro reflejo.

Tengo la sensación de que España siempre ha sido un país de complejos sin resolver que debería tumbarse en el diván. O quizás debería mirarse más al espejo. Un país de posicionamientos que tiende a la polarización gracias, en parte, a los discursos políticos y a las líneas editoriales del periodismo de consumo. Un país de rivalidades que tiende hacia el blanco o el negro pero en el que, sin embargo, abundan los grises.

En ese delirio colectivo en el que estamos sumergidos hemos perdido la capacidad de disertación. Nada parece razonable si se aleja de cualquiera de las dos posturas predominantes.

Hace días circuló por las redes sociales un mensaje que aseguraba que la empresa de agua embotellada Font Vella había puesto tapones amarillos en sus botellas “para solidarizarse con los golpistas separatistas catalanes”. La empresa tuvo que aclarar que se trataba solo de una campaña en la que se lanzaron 12 colores distintos para los tapones.

Un tuitero nos explicaba que el agua citada se fabrica en Sant Hilari Sacalm y que en su ayuntamiento solo ondean dos banderas: la estelada y la catalana; finaliza el tuit diciendo “qué rica el agua de Lanjarón”. Aguas Font Vella y Aguas de Lanjarón pertenecen, ambas, al Grupo Danone. Cosas del capitalismo.

Siempre he pensado que una bandera es tan solo un trozo de tela, que las patrias son algo intangible y desfasado y que el sentimiento de arraigo que genera todos los nacionalismos solo ha servido para dividir, para levantar muros y causar sufrimiento.

Avanzamos hacia la distopía. O vivimos en ella.

Fernando Prado.

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