José María Aznar es uno de esos políticos en campaña permanente. Parece haber salido de La Moncloa a regañadientes, convencido de que los votantes de este país se habían equivocado y se siguen equivocando a la hora de elegir a sus líderes; porque el pueblo, el rebaño, necesita quien lo guíe para evitar que se autodestruya dejándose hipnotizar por los populismos.

Desde su tono neutro y su aparente inexpresividad, emite graznidos a los cuatro vientos mientras sobrevuela el país de norte a sur, de este a oeste. Reclama una intervención a fondo de la autonomía catalana, sin límite de tiempo y de todas las instituciones; dice que el PSOE ha dejado de ser un partido constitucionalista; pronuncia piropos a Vox y alaba al actual presidente del PP, Pablo Casado, un líder con ideas, valores y principios, conocedor de la historia de España.

Graznido: canto o grito disonante y molesto al oído. Voz propia de algunas aves.

Fernando Prado.

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