La palabra mar siempre me acompaña. Mar está antes que azul en mi nombre. El mar siempre me inspira, y de mar era la base del cuadro que le pinté a Erika con destino Panamá.
Mar fue la única canción que me alivió por unos minutos el malestar que sentía cuando se asomaba un contracturado resfriado veraniego en plena jornada del inolvidable Portamérica ilustrado. Mar fue la canción que buscamos cuando terminó el festival y comencé a reposar. Mar fue lo que me hizo pintar la ilustración más trabajada del festival y escribirle a su autor para que simplemente la viese. Mar fue el origen de un intercambio prometido.
Mar es la canción que más sonaba en mi cabeza cada vez que quería meterme al frío Atlántico y conseguía sumergirme al sentir solo el mar frente a mí. Mar la escuché cientos de veces mientras pintaba en verano y en otoño, en grande y en pequeño.
Y de repente apareció Ayayay, una canción suya a dueto con nuestra querida Andrea Echeverri. Ayayay es su último disco que ya se puede escuchar y comprar en plataformas digitales, pero muy pronto se estrenará su vídeo clip rodado en Bogotá.
Mar es mucho más que un nombre, una niña, un disco y una melodía. Ayayay es mucho más que una expresión bien cantada y sentida, es un sauce, una montaña, un gato, un pinchazo, un bolero, un souvenir… Sigamos De pie como los árboles. Gracias Carlos Méndez, por haber dejado al olvido lo supuestamente bonito, desvelando esa otra cara nada recomendable ni inspiradora.
Marthazul.
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Un comentario en “El mar después de conocer a Carlos Méndez”