En el sur, hay un inmenso pozo sin cerrar, el tiempo, las fuerzas físicas, y la geología se han encargado de darle forma y dejarlo al descubierto. Para ir de un sitio a otro es imprescindible cruzarlo, a pesar de no verlo, a pesar de no saberlo, o sabiendo que está ahí, la gente se acaba lanzando por desesperación con las esperanza de sobrevivir, es el «juego» de la vida.
Su anchura máxima es de 1.600 km y su profundidad promedio es de 1.400 metros. En lo que llevamos de siglo XXI, más de 38.000 personas han caído ahí y han muerto. Cada día, 10 personas caen y mueren en sus profundidades. En ocasiones aparecen sus cadáveres en las orillas del pozo. Hubo un niño que seguro recuerdas, cayó en ese inmenso pozo, murió y su cuerpecito se pudo recuperar, se llamaba Aylan. Nadie lo sacó, las fuerzas que acabaron con su vida, lo expulsaron fuera del pozo.
Hay gente que recorre de un lado a otro el pozo con la esperanza de encontrar y ayudar a aquellos que se aventuran a cruzarlo. En ocasiones llegan a tiempo, otras no, y otras no les dejan salir.
El mar Mediterráneo es un pozo enorme, es la tumba de miles de emigrantes, pero incluso sus 2 millones y medio de kilómetros cuadrados son pocos comparados con nuestra indiferencia.
Augusto Metztli.
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Un comentario en “El gran pozo”