La infancia que ya no mira caracoles, piedras, hojas secas o líneas en el pavimento

Hace tiempo comíamos en un restaurante italiano, donde la comida es muy sabrosa, es muy popular, va mucha gente y por eso las mesas están muy juntas, y los comensales casi nos tocamos los codos. Había una familia a dos mesas de distancia, venían con un niño, durante todo el tiempo que estuvieron ahí, escuchábamos ruidos como de dibujos animados, el niño tenía la tablet o el móvil frente a él, estaba comiendo mientras miraba su pantalla. La poco más de media hora que estuvieron, el niño comió enchufado a la pantalla. Me dejó mal el cuerpo, por todas las deficiencias sociales que evidenció la escena. Desde hace unos años, los adultos y adultas que tiene a su cargo a niños y niñas, han hecho imprescindible abastecerles de móviles y tablets. Desde que son bebés ya se les entretiene con dichos dispositivos. Aún no hablan y ya son capaces de manipular una tablet y consumir contenidos digitales.

Ahora que es verano, los bebés, niños y niñas que ves por todos lados, ya no tienen en sus manos, pelotas, cuerdas, cochitos, muñecas o muñecos, los han cambiado por el móvil o la tablet. Ahora las pandillas se juntan en los parques para ver el móvil cual posesos. Los niños amanecen con la tv, desayunan con la tablet, los transportan en automóvil o en cochito enchufados al móvil, les entretiene en los bancos, en el parque, en los bares, en los restaurantes con las pantallas de la tablet, y los acuestan con la tv.

Puedes ver mesas de restaurantes y terrazas con 8 adultxs y ninguno de ellxs interactuando con el niño o niña que les acompaña, les ponen el móvil y ellxs a lo suyo, a comer y a beber.

Los niños y las niñas ya no miran al suelo, ya no buscan piedritas o palos para jugar. No saltan sobre las hojas secas para hacerlas crujir, ya no se asombran con los caracoles, ya no cuentan las líneas en el suelo, ni pasan el dedo sobre las superficies para hacer dibujos con el polvo. No saben subir árboles, hacer trompetillas con la boca, esparcir el agua de los charcos. Ya no se sientan en la acera y adivinan de qué color será el próximo coche en pasar, ya no se aburren al punto de tirarse en medio del suelo de cualquier plaza a descifrar las formas de las nubes.

Para ellos y ellas las infinitas posibilidades del mundo, (creen que) caben en un rectángulo a colores, con una batería recargable cada 24 horas.

Augusto Metztli.

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