Quiero salir. Todos queremos hacerlo. En mayor o menor medida esto de estar encerrados en contra de nuestra voluntad nos empieza a pasar factura. Ya no se trata de lidiar con la incertidumbre sobre el calendario, es decir, cuándo volveremos al trabajo -si volvemos, y en qué condiciones-, cuándo reabrirán las aulas, cuándo acabarán las restricciones, en fin, cuándo recuperaremos la normalidad; también empezamos a enfrentarnos a las consecuencias físicas y psicológicas que provoca la inactividad.
Sentir el sol y el viento sobre nuestra piel, ver cómo la primavera avanza sin que nada la detenga, escuchar los sonidos de la naturaleza. Vernos, escucharnos, sentirnos. Necesitamos habitar el mundo, y si después de todo, y a pesar de todo, esto nos sirve para hacerlo de manera más responsable y consecuente, habrá valido la pena.
Fernando Prado.
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