Los últimos cinco días del calendario mexica, con los que se ajustaba la medición del tiempo que la tierra tarda en darle la vuelta al sol, eran conocidos con el nombre de “Nemontemi” que significa “completar lo vivido”. Estos días eran considerados «vacíos», por lo que la gente guardaba reposo en sus casas, no salían de ellas, eran tiempos de reflexión.

Nuestro encierro de ahora es como el tiempo nemontemi de los mexicas, los días son transparentes, nuestro motivo para quedarnos en casa es transparente, nos resguardamos de algo que no se ve, de algo pegajoso que nos han dicho que existe. Los días pasan y parece que la cuenta aún no empieza, o parece que es desde siempre o que no llegará a su fin. Nos hemos salido del tiempo, se ha detenido el mundo y nos hemos bajado, así como quería Mafalda.

Todos nos comportamos como siempre pero encerrados como nunca lo estuvimos. Nuestras casas y pisos se han vuelto transparentes. El hoy es nuestra expectativa y esperanza. Nuestros días transparentes no dan para planes, porque los que teníamos se han diluido entre confinamientos, curvas a aplanar y lavado de manos compulsivos.

Desde las ventanas transparentes seguimos habitando el mundo, por eso las miserias se transparentan, al igual que la empatía.

Cuando terminaban los días vacíos de los mexicas, iniciaba el día «Atlcahualo» dedicado a la lluvia, era el momento de dar gracias por el agua pasada, y pedir que las futuras aguas fueran las justas.

Que pronto llegue nuestro día Atlcahualo, para que podamos agradecer y pedir.

Augusto Metztli.

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