Salimos a pasear al bosque urbano del Castriño, aquí en el pueblo donde vivimos, es un sitio muy grande, por lo que en general puedes disfrutar un poco de la naturaleza sin gente, aunque de repente te puedes encontrar algún adulto con uno o dos perros, o con unos chavales de los que hacen botellón y no recogen la basura que generan.
En una zona más adelante y más abajo, que es llana y que la cruza un río, había tres niños, sí niños, no era niñas, con ellos tres adultas, casi seguro que eran las madres de cada uno de esos niños. Los tres estaban destruyendo las plantas, los árboles, lanzando palos y piedras al río, a las plantas y entre ellos. Los tres niños sumidos en una espiral de violencia contra la vegetación y la naturaleza. Vimos que trozaron una rama de un arbusto, así que nos acercamos a esa zona para que dejaran de hacerlo porque las cuidadoras no lo impedían, ni les decían nada, estaban muy ocupadas hablando entre ellas. Buscamos unas fibras vegetales y recompusimos la rama trozada, hicimos un amarre y nos quedamos ahí un momento, con la intención de que los niños y las madres nos vieran. Les incomodamos y cambiaron de juego, comenzaron a jugar a las escondidas. El otro niño estaba con una rama golpeando a las plantas, hicimos la misma mecánica, nos acercarnos a él, pero cuando llegamos, ya no golpeaba plantas, hacía agujeros en la tierra con el mismo palo, mientras la madre se hacía selfies.
¿Por qué los niños violentan y destruyen a las plantas y a los árboles? ¿Qué alimenta sus ganas de destrucción? Porque esa actitud la he visto prácticamente en todos los niños que conozco, he tenido que reñirles y pedirles a mis alumnos que le pidan perdón a la planta que agredieron y que bajen a la acera a recoger los trozos de hojas que cortaron de mis macetas y que lanzaron desde el balcón. Les he pedido de deberes que durante una semana protejan a un árbol o una planta de otros niños.
Yo creo que les falta simple y llana empatía. El árbol y la naturaleza para ellos está vacía de significado y valor, no entienden, ni saben, ni han interiorizado que ellos, los árboles, en realidad son nosotros. Que nosotros de alguna manera fuimos árboles, y que en el futuro también lo seremos.
Augusto Metztli.
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