He ido muchas veces a Xochimilco, pero la última vez, Roberto el joven que llevaba nuestra barca me contó algo muy especial: «Por las noches, a veces puedes ver volando sobre el agua a la serpiente emplumada, a Quetzalcóatl. No da miedo, porque es nuestro guardián». Había mucho barullo de mariachis, cantantes de rancheras, comilonas, borracheras, vendedores y vendedoras de todo tipo de alimentos y artesanías, una estampa común para la zona turística de los canales.
Recordé la anécdota del chico hace poco, porque desde «Bonito tianguis» el activista y divulgador Quique Cervantes se ha encargado de difundir el valor cultural y alimenticio de Xochimilco, que llega a la categoría de ser el huerto de la ciudad de México y alrededores, todo lo que producen ahí lo hacen en «chinampas» un sistema agrícola antiquísimo que se nutre de las cenizas volcánicas de los lodos de los canales, y es más eficaz que muchos sistemas de producción contemporáneos. En 1987 la UNESCO declaró a Xochimilco como patrimonio cultural de la humanidad.
A lo largo de los canales puedes ver a los ahuejotes, unos árboles sagrados que cumplen la función de diques para las parcelas de tierra, gracias a sus raíces, los terrenos no se erosionan, es un ecosistema único y muy frágil. El gobierno de la ciudad de México de Claudia Sheinbaum devastará más de 200 hectáreas de áreas verdes para continuar una obra vial.
Activistas de la zona consiguieron detener el proyecto en 2014 y 2016 pero, en los meses de confinamiento del COVID-19, el gobierno retomó las obras, sabiendo que no habría quién lo impidiera. Ahora hay una petición en Change.org «Detener la construcción del puente vehicular en humedal de Xochimilco» que puedes firmar para hacer presión. Y en esta otra petición hay una serie de propuestas que van desde evitar la construcción del puente, hasta proteger al pequeño axolote, un bellísimo animal endémico de Xochimilco.
Los canales que puedes recorrer en trajineras te revelan la magia, la diversidad y la vida de gente que vive más o menos igual desde hace más 600 años, ahí a menos de una hora del centro de la ciudad de México, ese patrimonio, también es tuyo. Cuando puedas ve a visitarlo, igual hasta te coincide ver al Quetzalcóatl del que me habló Roberto. Mientras tanto protégelo con tu firma. Gracias.
Ilustración: Marthazul
Texto: Augusto Metztli.
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