Una menor de edad fue violada por treinta hombres. Treinta hombres que hicieron cola en el pasillo de un hotel de Israel -entiendo que el lugar donde ocurrieron los hechos es irrelevante- esperando su turno para forzar sexualmente a la chica que estaba bajo los efectos del alcohol -esto, diría, también es irrelevante-.
Treinta criminales esperando como quien espera el turno en la pescadería para comprar dos lubinas que luego horneará y se comerá con patatas cocidas regadas con aceite de oliva virgen extra. Treinta criminales que seguramente conversaban entre sí, intercambiaban opiniones, miraban el Instagram, tuiteaban o se escribían con sus familias y amigos.
Treinta. Se dan cuenta del número, me imagino. Treinta violadores que se reunieron como si nada en un hotel para abusar de una mujer menor de edad. Treinta.
Fernando Prado.
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