Riesgos

Es inevitable que haya discrepancia de opiniones con respecto a la actividad de los deportistas de élite en las redes sociales. El deporte de masas tiene sus ídolos, personajes a menudo efímeros que derrochan genio y figura, que hacen uso y abuso de la ostentación porque son guapos, millonarios y mundialmente conocidos y admirados. Se convierten, para muchos niños y jóvenes, en un modelo a seguir. Generalmente, no se les cuestiona por sus comportamientos porque son dioses; pueden hacer lo que quieran, cuando quieran, porque son todopoderosos.

Existe otro género de deportistas que practican deportes de riesgo. Suelen ser personas solitarias a quienes podemos seguir en las redes y disfrutar de paisajes espectaculares o ser espectadores de sus entrenamientos. Es habitual verlos haciendo salto base, escalada libre o corriendo por la fina cresta de una montaña. Para algunos, hacer ese tipo de publicaciones es una irresponsabilidad porque supone poner en riesgo la vida de muchos aficionados que tratarán de imitar las hazañas de sus ídolos. Permítanme que muestre mi más rotundo desacuerdo.

Las personas que practicamos deporte, sobre todo si llevamos tiempo haciéndolo, deberíamos ser conscientes no solo de los riesgos que podemos correr, sino también de dónde están nuestros límites físicos y mentales. Es obvio que la edad acaba siendo una fuerza bajo la cual vamos sucumbiendo lentamente, pero la madurez que obtenemos a medida que van pasando los años debería ser suficiente para recordarnos hasta dónde podemos llegar. Esto es conocerse.

Ver algunos de los vídeos que deportistas como Kilian Jornet comparten en las redes me produce vértigo, asombro, admiración y respeto. Es más que evidente que la inmensa mayoría de personas jamás conseguiremos disfrutar de esa manera del deporte extremo ni experimentar el subidón de adrenalina que genera correr a toda velocidad por riscos en los que un simple tropiezo podría significar el final. Estos deportistas solo ponen en riesgo sus propias vidas y, en caso de accidente, el de los miembros de los equipos de rescate. Pero de ahí a decir que no deberían subir vídeos a las redes sociales porque son un mal ejemplo y pueden desencadenar comportamientos temerarios en algunas personas que querrán imitar de alguna manera las proezas de sus ídolos, me parece sinceramente ridículo.

Siempre voy a la montaña solo y disfruto de esa soledad deseada y necesaria mientras corro, camino o pedaleo. Me ayuda a pensar, a mantener el equilibrio, a observar y aprender de la naturaleza, a ser consciente de la diferencia que existe entre su tiempo –el de la naturaleza- y el nuestro. Solo quiero poder volver al día siguiente para respirar.

Cada uno asume sus propios riesgos de manera más o menos consiente. Asumamos también sus consecuencias.

Fernando Prado.

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