Hay cierta tendencia -afortunadamente, cada vez menos generalizada- a pensar que las personas que necesitan ayuda psicológica están enfermas. Si vas al loquero mal asunto. Cada uno que lave los trapos sucios en casa y que los tienda al sol libres de manchas. Ese estigma -porque lo es, lo sigue siendo- que muchos intentan esconder es en ocasiones una condena con la que se debe lidiar en la más absoluta intimidad. Es difícil reconocer que uno tiene problemas cuando se vive en una sociedad que menosprecia la salud mental y que es esclava de las apariencias; todo debe ser luminoso, equilibrado, pleno, una estancia blanca e inmaculada sin rincones húmedos, sin esquinas oscuras, sin olor a pan quemado. Eso es lo que vendemos, un espejismo.
Según datos del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) 6 de cada 10 españoles tiene síntomas de depresión y ansiedad, y 10 personas se suicidan cada día en España. Que el diputado Carmelo Romero gritara “vete al médico” durante la intervención de Íñigo Errejón en la que pedía al gobierno una política más ambiciosa para la atención psicológica, demuestra insensibilidad y desprecio a todas las personas que padecen un problema de salud mental y a sus familias. No ha sido una frase desafortunada, ha sido un insulto.
Me voy al médico.
Fernando Prado.
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