
Llevaba muchos años dudando en pedir la nacionalidad española o no, porque es un trámite engorroso donde hay que hacer algunas cosas en las que no estoy de acuerdo y que me parecen injustas, pero la posibilidad de votar, el aumento de la ultraderecha (xenófoba, supremacista y neonazi) y olvidarme de papeleos periódicos, me decantaron por intentarlo.
También el hecho de estar haciendo el trámite, me abre la posibilidad de hablar sobre ello en primera persona.
La lista de papeles que piden es razonable, lo típico: NIE, empadronamiento, acta de nacimiento… salvo tres excepciones:
La primera de ellas es uno que acredite que no tengo antecedentes penales en mi país de origen. Este papel me resulta curioso, porque desde que cumplí la mayoría de edad, tengo más años viviendo aquí que allá, y ese papel ya lo he entregado en varias ocasiones anteriores, lo que significa que si hubiese delinquido, habría tenido que hacerlo a distancia y además me debrían haber pillado. Ahora entre cambios de gobierno y pandemia, tramitarlo en México es complicado, entonces es lo único que tengo pendiente de hacer.
El segundo es el pago de las tasas, que me parecen excesivas, son más de 100€. Entre los colectivos migrantes que quisieran pedir la nacionalidad, obviamente hay de todo, unos con mucho dinero o los que no llegan a fin de mes, que para ellxs desembolsar ese dinero es un esfuerzo, a lo que se sumarían el resto de documentos que tienen algún coste.
El tercer papel es un certificado expedido por el Instituto Cervantes en el que indica que eres “APTO” para tener la nacionalidad. Es un examen de españolidad. Hay un determinado número de fechas en el año para hacerlo, debes estar pendiente porque te pueden cambiar la fecha y el horario que elegiste por el motivo «X» y avisarte poco tiempo antes. Debes aceptarlo porque ya lo pagaste, 80€ aproximadamente. El examen se compone de 25 preguntas, debes de tener como mínimo el 60% de respuestas correctas. Es el típico test de elegir la opción que crees o sabes y rellenar una ficha, después un ordenador lo revisará. Previo a esto el Instituto Cervantes te ofrece un manual muy completo donde desarrollan los temas, al final de cada capítulo vienen decenas o cientos de preguntas para repasar, y que formarán parte del examen. De las cientos de preguntas de todos los temas elegirán las 25. Además hay una aplicación de móvil, con un simulador del examen donde puedes medir el tiempo y los aciertos que obtienes.
El tipo de preguntas de uno de los capítulos es así: ¿Cuál es la profesión de Alejandro Amenábar? ¿Qué toman los españoles la noche del 31 de diciembre para celebrar el cambio de año? ¿El aperitivo que acompaña a la bebida en bares y restaurantes se llama? ¿David Muñoz es un famoso…? ¿El acrónimo de RENFE corresponde a? Por suerte no preguntaron por toreros o Belén Esteban. En el manual, muchos de sus contenidos me resultaron colonialistas, machistas y con una versión sesgada de la historia, sobre todo la que tiene que ver con Abya Yala (América).
En otro capítulo hablan sobre los artículos de la Constitución, y descubrí que hay varios de ellos que incumplen los gobiernos e instituciones de varios niveles: El 6 que habla de que los partidos políticos deben ser democaráticos en su funcionamiento, yo no he visto en VOX que hagan primarias o mecanismos similares. El 10 habla de los derechos humanos, uno de ellos es el derecho a refugio de los inmigrantes por lo que «las devoluciones en caliente serían ilegales» o el 16 que dice que no hay una religión oficial en España, y eso es muy cínico. El 20 que habla de varias cosas, entre ellas. la libertad de cátedra y algo similar el 27, por lo que el «pin parental de la derecha y ultraderecha» sería incostitucional. El 31 dice que todos los ciudadanos debemos pagar impuestos y sostener los gastos públicos de acuerdo a nuestra capacidad económica, es curioso que el anterior rey, a quién casi me toca jurarle lealtad, sea un estafador, evasor de impuestos y un gasto público al mismo tiempo. El 45 que dice que tenemos que disfrutar de un medio ambiente adecuado y la obligación de conservarlo, habría que contarle eso a las mineras y eólicas de Feijóo, o en el 47 que habla sobre el derecho a la vivienda, ¡ja! sí claro.
Por cierto, según el Instituto Cervantes, sí soy APTO, lo que significa que aprobé mi examen de españolidad, cada vez estoy más cerca de jurar lealtad a su majestad Felipe VI y poder votar. (Es gracioso ver juntas las palabras «majestad»y «votar»).
Augusto Metztli.
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