Pa’ que suene bonito no necesitamos piano

«Cuando estudiaba en la Prepa (aquí le llaman Bachillerato) en 1996, una amiga me prestó el libro HIP70 de Armando Blanco, trataba sobre el rock, el movimiento hippie, la guerra de Vietnam, la migración de jóvenes gringos a México y de todo lo que significó, incluyendo los viajes de Lennon en busca de María Sabina, y por supuesto la famosísima canción de Let it be, donde se supone que habla de ella. Uno de los planteamientos del libro era que el movimiento hippie terminó con la guerra de Vietnam.

La música es un termómetro social, pero también medicina, terapia de choque y bálsamo. Músicas, artistas, composiciones revolucionarias, nos han acompañado en todo momento y también creo que en muchas ocasiones han inclinado la balanza para el bien común.

Canciones de dominio popular como “La Cucaracha”, que se cantaba en los campamentos de los y las revolucionarias mexicanas, eran un canto de guerra contra Victoriano Huerta o con el motivo que fuera, son canciones versátiles. Algo parecido sucedió con la canción popular “Bella Ciao”, que en la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un himno antifascista.

La lucha antirracista ha tenido la música y el canto como resistencia. Mississipi Goddam de Nina Simone, que en 1963 la compuso a raíz del atentado con una bomba contra una iglesia de la comunidad negra de Birmingham, Alabama.

Otras han nacido de la rabia e impotencia como «Fortunate Son» de Creedence Clearwater Revival o “Give Peace a Chance” de John Lennon que hablan de la Guerra de Vietnam desde distintos puntos de vista.

Una historia que me resulta fascinante es la de los vecinos portugueses, que en 1974 al escuchar en la radio la canción “Grándola, villa morena”, salieron a tomar pacíficamente las sedes de poder de la dictadura Salazarista, como habían acordado.

El son jarocho de La Bamba se ha ido convirtiendo en una canción de identidad chicana y migrante, como la que hicieron “Las cafeteras” y que directamente le llaman “La Bamba Rebelde”.

Hace unos años cuando en México entraba Peña Nieto como presidente y Felipe Calderón salía, pero en su sexenio le había declarado la guerra a los narcotraficantes, y las cifras de violencia eran (siguen siendo) escandalosas, Natalia Lafourcade hizo una canción dedicada a la democracia, al pueblo, al derecho a un vida digna, muy en sintonía con sus antecesoras como Violeta Parra en Chile o Mercedes Sosa en Argentina, referentes de la canción protesta. Una canción que fue un bálsamo ante tanta injusticia.

En 2019 antes de la pandemia y acompañando al levantamiento ciudadano en Puerto Rico, Residente’, Benito Martínez ’Bad Bunny’ e Ileana Cabra ’iLe’ hicieron la canción “Afilando los cuchillos”.

Residente cuando tenía el proyecto de Calle 13, canta una canción junto a Vicentico que se llama “Llégale a mi guarida” y ahí hay una frase que refleja perfectamente la lucha social antirracista y decolonial musicalizada, “Pa que suene bonito no necesitamos piano”.

En Boreal ilustramos la actualidad desde hace ocho años, este es un ejercicio para recordarnos que los cambios sociales, se cantan y se dibujan. Por eso la y los que ilustramos en www.boreal.com.es hicimos nuestras playlist de música que nos remueven por dentro.«

Augusto Metztli.

«Casi siempre escucho canciones en español y la mayoría de artistas de Latinoamérica. No fue raro elegir, pero sí difícil porque dejé muchas canciones y más artistas afuera. Mi selección fue “cerrando los ojos” y dejar que vinieran a mi mente esas frases que siempre me acompañan, ya sea porque suenan a mi alrededor y me inspiran desde hace añísimos o desde hace meses. Leyendo mis títulos elegidos, veo que voy en la onda ecologista y feminista de Boreal, poniéndole una pizca de mis recuerdos y sentimientos personales.

Gracias a Gladys Palmera por regalarnos este espacio y felicidades a Boreal por la constancia en estos intensos 8 años.»

Marthazul.

«Pensé en escoger artistas única y exclusivamente mujeres, sin tener en cuenta su ideología, religión o compromiso con alguna causa en concreto. El hecho de ser mujeres es lo remarcable, tal vez por su vínculo más estrecho e íntimo con la creación y con la interpretación (que también es, de alguna manera, una forma de crear). Quería resaltar su talento, contribuir a hacerlo un poquito más visible si cabe, pues la mayoría de ellas seguramente serán desconocidas para muchos, y porque resaltar en mundos a veces tan herméticos y machistas como puede ser la música clásica es muy difícil.

Espero que la disfrutes y que la disfruten.

Sofia Gubaidulina. Una de las compositoras de referencia de la actualidad. Criticada en sus inicios, su música era vista como irresponsable por su exploración con afinaciones alternas. Elegí su obra para guitarra Serenade, interpretada por Daniel Tanenbaum.

Esperanza Spalding. Su música es, en mi opinión, de lo más interesante del jazz vocal actual y del jazz en general. Puede resultar difícil de escuchar, pero una vez que entras en su universo,

te atrapa.

Hiromi Uehara. Pianista virtuosa, enérgica, que mezcla el jazz, la música clásica o el rock progresivo para crear un lenguaje único que embriaga. Elegí Haze (bruma) porque es una pieza en la que se escucha a la Hiromi más íntima y esencial, que rompe, rasga, remueve; belleza en estado puro.

Mirga Grazinyte-Tyle. Directora de orquesta lituana. Actualmente, al frente de la City of Birmingham Symphony Orchestra. De estilo enérgico y visión imaginativa. Propongo Lacrymosa, primer movimiento de la Sinfonía Requiem de Benjamin Britten.

Nili Brosh. Guitarrista graduada en el Berklee College of Music. Escogí A Matter of Perception, de su segundo disco como solista. Aquí se puede apreciar su técnica, su versatilidad, no solo por la complejidad de la música, sino porque sus solos vuelan a la estratosfera cargados de lirismo y fuerza.

Isabel Martínez. Jóven guitarrista nacida en Cartagena. Una de las personalidades más destacadas de su generación. Su sonido se distingue por su calidez y delicadez. Escogí su interpretación de la hipnótica Invocación y Danza, de Joaquin Rodrigo.

Cristina Branco. Una de las voces renovadoras del fado. Ha sabido incorporar otras influencias a la tradición, eso le ha valido algunas críticas; de hecho, algunas de sus canciones pueden sonar a cualquier cosa menos a fado. Escogí la bellísima versión de O meu amor, canción de Chico Buarque.»

Fernando Prado.

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