
Estamos tan saturados de información y de estímulos que nos cuesta reconocernos a nosotros mismos, encontrar lo que necesitamos o elegir aquello que, según nuestro criterio, es lo más sensato, razonable, coherente o apetecible. El ruido ha dejado de ser una atmósfera lejana para convertirse en el protagonista omnipresente debajo del cual, muy en el fondo, puede que haya aún algo de sustancia. Nos hemos vuelto perezosos, sin embargo vivimos a toda velocidad consumiendo imágenes vacías, frases enlatadas, contenido fugaz de usar y tirar. Nunca antes habíamos tenido el mundo en nuestras propias manos y ahora que lo tenemos no sabemos qué hacer con él más allá de devorarlo con un apetito vampírico. Estamos inmersos en una fantasía de inmediatez que nos mantiene sedados, ratones corriendo sobre la rueda sin otro horizonte que los barrotes de la jaula. Y la trituradora no puede parar. No hay tiempo para detenerse y pensar. El día que el ruido cese no escucharemos el silencio.
Les recomiendo la obra de Guido Guidi, fotógrafo italiano al que desconocía y que me ha cautivado y entusiasmado. En La Virreina Centre de la Imatge, en Barcelona, se puede visitar “Da zero”, una extensa exposición retrospectiva. Un oasis en medio de la vorágine. A veces no basta tan solo con mirar.
Fernando Prado.
*¿Te gustó el artículo y la ilustración? ¿Nos apoyas con 2$, 5$ ó 10$ al mes en patreon? o también puedes hacerlo en Ko-fi a partir de 3€. Llevamos más de ocho años ilustrando la actualidad. GRACIAS.