
Cuando Yamil, el que fue pareja de mi mamá muchos años, llegaba al medio día de trabajar, o si coincidía que me recogía de la secundaría, íbamos a casa y comíamos juntos. Nos sentábamos con nuestros platos, frente a la televisión, a ver la novela de «Agujetas de color de rosa». Eran momentos muy agradables, disfrutábamos y reíamos con la historia de la telenovela. Además uno de los protagonistas, era el cantante Alberto Vázquez y le gustaba mucho a Yamil (son de la misma generación).
El pasado 7 de marzo del 2022, el «conductor y youtuber» Yordi Rosado, que siempre ha sido un machista y patético de manual, entrevistó a Luis de Llano, que en resumen es uno de los jefes de jefes de la televisora más grande de México y de Latinoamérica, que es Televisa. Decidí ver la entrevista completa, porque lo que se dijo ahí, fue causante de la valiente denuncia pública, que hizo el 8M, la actriz y cantante Sasha Sokol en sus RRSS, dónde explica que Luis de Llano cuando tenía 39 y ella 14 años, tuvieron una relación a lo largo de cuatro años. En todo momento ella fue menor de edad, y como es evidente, las consecuencias emocionales sucedieron a muchos niveles y aún siguen afectándole, porque era una niña.
En la entrevista con Yordi Rosado, al hablar de si hubo una relación con Sasha , él dice que sí, que fueron pareja, pero solo seis meses y que ella lo mandó al diablo. Omite todo lo demás, por ejemplo que es delito y se llama pederastia. Yordi Rosado durante toda la entrevista le estuvo riendo las gracias machistas y fomentándoselas. En fin, que fueron un par de asquerosos. Entre copa y copa, decían una machistada.
Al verla y escucharla con atención, relució el machismo estructural de México (pero que aquí mismo en España, tampoco hay mucha diferencia), donde no hace mucho tiempo o incluso ahora mismo, los puestos de trabajo se conseguían a cambio de sexo. Las mujeres son complementos, mercancía, y por lo que escuché a Yordi y Luis de Llano, equivalen a tener, pasear y lucir un automóvil.
El machismo hetero-patriarcal, lo aprendemos desde pequeños. Yo soy machista, y llevo años sacudiéndome micros y macro machismos, entendiéndolo para cambiarlo, asimilándolo para desaprenderlo, señalándolo a otros para que lo vean, escuchando a quién me lo pueda ver a mí y reflexionándolo en alto.
Pero aún hay más, como la pederastia colectiva y socialmente aceptada de la que todos y todas somos cómplices y que fue la que disimuló lo vivido por Sasha. ¿Qué sentido tiene preguntarle a un niño o niña por sus novias y novios? Sexualizar con ropa o disfraces los cuerpos de las y los pequeños. Obligar a los y las humanitas a besar, acariciar y abrazar al tío, al abuelo o la prima, cuando no quieren o sienten incomodidad. Asumir que se casarán, que tendrán hijos o hijas, o nietos. Utilizar frases hechas tan absurdas como «Ya se lo contaré a mis nietos» y otras tantas, que estigmatizan o que fomentan la pederastia colectiva. Pues ahí estamos, ahí seguimos y rara vez nos detenemos a cuestionarlo.
«Agujetas de color de rosa», me parecía divertida e inocente, y ahora al volver a verla, me resulta machista, sexista, clasista y enriqueció a un pederasta que piensa que las mujeres son objetos utilitarios, que sirven, se coleccionan y ya. Ojalá la experiencia de Sahsa Sokol y su valiente testimonio, abra conciencias y nos lleve por nuevos caminos, para que el machismo y la pederastia, tengan menos presencia en la sociedad actual y futura.
Augusto Metztli.
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