
Si tienes el privilegio de vivir rodeado de naturaleza adéntrate en ella. Huye al monte y busca refugio en el bosque porque allí, a pesar de nuestro empeño por destruirlo todo, continúa ocurriendo el milagro de la floración, las hojas de las especies caducifolias se desenrollan para vestir a las ramas desnudas zarandeadas por el viento, los nidos se llenan de crías hambrientas, las mariposas exhiben su fragilidad mitológica, las lagartijas se estiran al sol en un ritual de adoración. La naturaleza continúa su ciclo obstinado sin tenernos en cuenta. Camina, observa, huele, siente. Ahí estás a salvo de la vorágine apocalíptica.
Hay muchas heridas abiertas y algunos solo se dedican a echar sal en ellas.
Fernando Prado.
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Un comentario en “Sal”