
Somos un cuerpo. Somos trabajo. Somos mercancía. Somos valor aunque no valgamos nada. Fuimos sueños y anhelos, fuimos deseo y esperanza. Hoy solo somos una sombra que se alarga y desaparece en un horizonte en llamas, reyes defenestrados de un reino imaginario sin súbditos ni aduladores. Somos un cuerpo, sí, un cuerpo de miembros disgregados; una cabeza en un rincón que emite en abierto pensamientos inconexos. Gregarios. Precarios. Sumisos. Somos parálisis. Por eso nos devoramos, porque no seremos.
Fernando Prado.
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