Ellos

Últimamente en Madrid están que se salen con las campañas y vídeos promocionales. Primero animando a los madrileños a dejar más propinas para que los camareros puedan cumplir sus sueños, ahora sugiriendo a todo el que quiera visitar la CCAA que vale la pena hasta mentir, si hiciera falta, con tal de disfrutar del estilo de vida de Madrid.

Está claro que los lugares -además de la geografía, el clima o los recursos naturales, por ejemplo- lo hacen las gentes que los habitan, no sus políticos. Ellos, los políticos, gestionan con mayor o menor acierto nuestro dinero para hacer que las ciudades, los pueblos y los barrios sean más habitables, seguros y atractivos. Las necesidades y prioridades -sanidad y educación públicas, cultura, igualdad, feminismo, ecologismo, servicios eficientes- no deberían ser relegadas a un mero simbolismo presupuestario. Lo que se está haciendo en Madrid y en otras CCAA con ellas es simplemente indignante.

El Madrid que se pretende vender en el vídeo no es el de la gente trabajadora sino el de quienes lo gobiernan. El estilo de vida que se promueve en el espantoso vídeo y que debería ser la envidia de todo el planeta no es el de la mayoría de los madrileños, sino el de los casposos, explotadores, carroñeros y demás hijos de puta a quienes les importa un carajo que tengas que esperar meses para que te vea un médico -págate un seguro privado-, que tu hijo se quede sin plaza en un colegio público porque no hay suficientes -llévalo a uno concertado o privado, que los curas y las monjitas hacen una buena faena-, que los servicios de transporte sean ineficientes y estén saturados o que cada día te quedes atrapado en un atasco interminable -si eso, quédate en casa y teletrabaja-, que la oferta cultural no sea lo suficientemente diversa, de calidad y asequible -al final todo está en internet-, o que tengas que vivir en una ciudad con altísimos niveles de contaminación.

El Madrid que ellos quieren -y el país que probablemente gobernarán en breve- es un asco. Un Madrid diseñado a medida para su propio disfrute. Hace cincuenta años tal vez habría colado; hoy solo es el autorretrato de los que nunca se han ido, de los que huelen a limpio aunque estén llenos de mierda.

Fernando Prado.

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