La gran Unión Europea, garante de los derechos humanos, la que se siente con la autoridad de condenar a cualquier otra nación, o grupo de naciones, por alguna actitud que no sea de sus sagrados intereses, se indignó con el gobierno griego por hacer aquello de lo que todos fardan: Ejercer la democracia. Preguntar al pueblo, consultar a la gente sobre una decisión de la incumbencia de todos, el mismo derecho que viene escrito en la constitución española (y que Zapatero y Mariano Rajoy negaron a su pueblo).
Juncker, Rajoy, Hollande, Merkel y demás, son unos descomunales hipócritas y además cobran por ello. La representación de los grupos Populares y Socialistas han hecho mucho daño a España, a Grecia, a Italia, a Europa. Se han arrodillado a los bancos, a las multinacionales y a los Estados Unidos. Por eso había que plantarse y los únicos valientes fueron Tsipras, Varufakis y el pueblo griego.
Dos o tres letras que son el preludio de que si ahora los ciudadanos estamos tomando los ayuntamientos, y las grandes ciudades, pronto sucederá con los países, y en la Unión Europea habrá otras voces, que serán las nuestras.
Augusto Metztli.