Siempre me ha sorprendido lo permisivos que son aquí en España con el consumo de alcohol, aún me resulta extraño ver a los policías bebiéndose un vino o una cerveza en cualquier bar de barrio en sus horas de servicio, ni qué decir de cualquier trabajador o trabajadora, que en su hora para comer, se puede beber sin problema unos vinos o cervezas. En México, si llegas a la oficina en horario de trabajo y oliendo a alcohol, a lxs jefes no les haría mucha gracia, incluso puedes perder tu puesto de trabajo.
La facilidad para comprar alcohol es, y nunca mejor dicho, «cosa niñxs». Hasta donde yo sé no hay restricciones de distancia mínima entre establecimientos que venden alcohol y las escuelas primarias o institutos, es decir, sin problema en frente de un instituto o primaria puede haber un bar o una tienda que venda alcohol. Pero lo más sorprendente de todo, es lo permisiva que es la sociedad con el consumo de alcohol en la vía pública. Hasta tiene un nombre simpático, le llaman botellones, y en temporada de fiestas populares todos los ayuntamientos los patrocinan, es decir, la sociedad entera patrocina el consumo de alcohol en la vía pública. Y cuidado con quejarte porque dejan guarro, con cristales rotos, o porque no te dejan dormir, siempre hay alguien que te dirá aguafiestas, carca o cualquier otro adjetivo. Yo creo que cada quién puede embriagarse lo que quiera, mientras no fastidie a los demás.
Recuerdo cuando estudiaba el bachillerato y mis amigos y amigas nos íbamos a beber algo en algún parque, siempre debíamos estar alerta a que nadie nos viera y mucho menos la policía, pues de lo contrario, te quitaban todas la bebidas, y mejor no traer un porro en los bolsillos porque podrías llevarte un buen susto. Incluso en macroeventos como el famosísimo Cervantino en México, vi cómo los policías les retiraban las bebidas alcohólicas a todo aquel que estuviera bebiendo en la calle, y eran cientos y cientos de chavales.
Hace un par de semanas murió una niña de doce años por un coma etílico, ella y sus colegas estaban bebiendo en un descampado, y al parecer las bebidas las consiguieron porque un adulto se las compró. El ayuntamiento de San Martín de la Vega en consecuencia reforzará la vigilancia en las zonas de botellón y en los establecimientos que venden alcohol, además de pedir, a la sociedad en general y a las escuelas, que se impliquen en los hábitos de consumo de alcohol de los más jóvenes.
Acabo de leer en la prensa local, que aquí en el pueblo no tenemos esos problemas, que los rapaces solo hacen botellón en algunas plazas y parques céntricos para estar al abrigo, porque llueve y hace frío en otoño e invierno. A esto me refiero con permisivos.
Augusto Metztli.
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