Diabetes y la vida normal

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Una vez más sigo sin saber cómo celebrar el Día Mundial de la Diabetes. Cada 14 de noviembre me aburre escuchar lo mismo, como son las frases típica de: “la diabetes es la epidemia silenciosa”, “x% de la población es diabética pero no lo sabe”, “cada vez será mayor la cantidad de gente con diabetes”, etc.

Sí, todo eso es cierto, pero me cansa. Como me cansa tener que oír tantas y tantas veces eso de “haz vida normal” o “¡pero si puedes hacer vida normal!”.

Llevo más de 30 años viviendo con diabetes, es algo así como mi sombra y mi luz. Pero después de tanto tiempo sigo pensando que no se puede hacer vida normal. Si lo primero y último que hago cada día es pincharme un dedo para medir mi azúcar en sangre, no puedo considerarlo normal, pues la mayoría de la gente que me rodea (por suerte) no tiene que hacerlo. Sí, me pincho los dedos 6-8 veces al día y me cambio un catéter cada 3 días. Es tan rutinario y cotidiano que sin querer le podemos decir normal, pero no lo es. Lo habitual en mi vida es esa cantidad de pinchazos, siempre y cuando a la bomba de insulina no le pase nada extraño, porque eso supone pincharse el dedo cada media hora durante 3-6 horas e inyectarte insulina extra con el dispositivo de antes, para volver a «la normalidad diabética» habiendo detenido tus horas de trabajo, de descanso, de fiesta o de sueño.

Y eso lo debes de hacer en tu vida diaria y normal, porque también es normal en la gente que tenemos diabetes, saber pincharnos como si hubiéramos nacido con vocación de enfermera. Pero soy pintora, no enfermera, y eso no es normal, aunque te dediques a vivir del cuento.

Ya sé que no debería de quejarme tanto pues non estou a morrer. Pero sí me gusta quejarme cada 14 de noviembre porque sí.

Lo normal en mi vida de pintora es pintar. Lo raro es tener que pincharme antes y después de cada comida, contar las raciones de carbohidratos en desayuno, comida, cena y meriendas, calcular si voy a hacer ejercicio (sean recados a pie, tareas del hogar, pedalear o pasear por gusto), y hacer reglas de tres las 24 horas para intentar equilibrar glucemias con raciones de hidratos de carbono y movimiento. Y todo esto no me parece normal… Pero lo es.

Las cifras normales (entre 90-120 mg) yo las llamaría ideales, pues son muy delicadas de conseguir, y sobre todo, mantener (aunque no imposibles, doy fe). Por eso también es super normal, saber convivir con hipoglucemias e hiperglucemias, y todos los vaivenes que esto supone, pues hace que tengamos que parar el mundo para atender al azúcar que subió o bajó demasiado por diversos factores.

Factores que muchas veces no tienen nada que ver con las comidas, pues el humor, las buenas/malas noticias y las lunas repercuten en que tu diabetes se mantenga con la normalidad idílica, porque eso no hay ciencia médica ni matemática que lo pueda regular.

Así que lo mejor, será celebrarlo pintando, haciendo una vida aparentemente normal, y pensar que como a este árbol donde se le coló un círculo azul en las raíces, nos brotarán unas hojas de esperanza para pensar y creer que con cuidados, constancia y buena onda, podremos llevar mejor la mochila de la diabetes.

Marthazul.

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3 comentarios en “Diabetes y la vida normal

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