Cubrirse. No mostrar, ni insinuar. No sugerir, ni incitar, ni provocar. Ocultarse debajo de formas y apariencias, ser esclavos del recato. Transmitir pulcritud, decoro y limpieza. Eso es lo que dicen los códigos éticos y morales. La decencia se mide en función de los centímetros de piel que lleves al descubierto.

Si un día cualquiera decides ir a clase sin sujetador -por ejemplo- tienes un problema, como le sucedió a Lizzy Martínez.

Me pregunto si algún día conseguiremos vivir sin corsés, sin poses, sin ataduras ni cadenas, libres y en consecuencia con nuestros propios cuerpos, transpirando, exhalando, expandiéndonos en el espacio que habitamos, abiertos, sin censuras ni juicios, sin valoraciones, como los animales que somos.

Fernando Prado.

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