El cuerpo es político, por lo tanto, la cantidad de tela que lo cubre también. Recortar una falda por encima de las rodillas fruto de una necesidad de juventud y muy personal de Mary Quant, hizo de su minifalda un grito de liberación femenina: «La diseñé pensando en mí y en mis amigas; nunca creí que llegaría a tener tanto éxito, aunque mi mayor éxito fue ser útil a la época y a la generación a la que pertenece».
La minifalda cumple 55 años. Y esa prenda transgresora y longeva, sigue siendo transgresora medio siglo después. Hace tiempo la ONG Terre des Femmes, diseñó una campaña reveladora, donde una mujer llevaba puesta una minifalda, y en sus piernas unas marcas a distintas alturas, donde podías leer: “Puta”, “Guarra”, “Pide guerra”, “Fresca”, “Calientapollas”, “Aburrida”, “Anticuada”, “Mojigata” y al final con la reflexión: «No midas el valor de una mujer por su ropa».
La minifalda, la altura de la falda, el cuerpo de la mujer o de quién se la ponga, y el espacio donde eso suceda, es libertad y es libertario. Es la ruptura entre las madres y sus hijas de entonces, es un símbolo más del cambio de siglo, es parte de la revolución social de la década 60.
Mary Quant escuchando sus gritos internos, dio voz a los gritos de todas las generaciones sucesivas.
Augusto Metztli
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