Ponerle un micrófono a un deportista como Nadal, cuando lo único amueblado que suele tener, es la parte del cuerpo con la que práctica el deporte, da como resultado declaraciones como: «Las modelos ganan más que sus colegas pero nadie dice nada. ¿Y por qué? Porque ellas tienen más seguidores. En el tenis pasa lo mismo, ganan más aquellos que movilizan más público». Esa fue la conclusión a la que llegó el lumbreras, cuando le preguntaron sobre la brecha salarial en el tenis. La respuesta es sencilla, Rafa Nadal tiene pene, por eso cobra más y porque no le remuerde la conciencia en participar en la violenta especulación capitalista del deporte de élite con penes.

Pero a este evasor de impuestos rehabilitado no solo ser machista se le da bien, como politólogo tiene futuro, hace un año se convirtió en el pitoniso de la fiebre electoral de los últimos tiempos en España: «A mi modo de entender, lo mejor sería votar, o a mí me gustaría volver a votar. Creo que al ciudadano le gustaría votar otra vez porque a día de hoy no hay nadie que pueda gobernar, alguien que hayamos votado y nos sintamos representados, porque hay demasiados pactos y al final nuestro voto no nos deja cómodos». Rafa Nadal solo se encuentra cómodo masticando los trofeos que gana.

En fin, que me da un poco igual lo que gane Rafa Nadal, mientras lo haga en silencio o hablando con empatía y responsabilidad. El deber moral de cualquiera que se encuentre en una posición de privilegio, es modificar el contexto para que sea justo y apoyar a los y las menos privilegiadas. De lo contrario es cómplice.

Augusto Metztli.

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