Somos el resultado de un bombardeo interestelar, estamos aquí gracias a fuerzas poderosas y monumentales que explotaron, se fundieron, se mezclaron y se expandieron. El afuera y el adentro era irrelevante.

Cuando ya había algo parecido a la tierra, seres minúsculos y mayúsculos buscaron su acomodo en lo que llamamos tierra, en el agua, en el aire, en la luz, en la oscuridad, cerca, lejos, al otro lado de la tierra. Un horneado de anfibios de unos cuantos millones de años, dio como resultado a unos mamíferos inquietos y curiosos, como las fuerzas estelares que les precedieron. Aquellos mamíferos de cuatro patas de tanto caminar y querer mirar el horizonte, se pusieron de pie y siguieron andando durante cientos de miles de años.

Jorge Drexler lo explica muy bien en su canción «Movimiento»:

«Yo no soy de aquí, pero tú tampoco
yo no soy de aquí, pero tú tampoco.
De ningún lado del todo y, de todos
lados un poco…»

Hace unos años descubrí la palabra «Karibú» que quiere decir «bienvenido» en suajili, lo ideal sería poder viajar como las aves, las ballenas, o las mariposas monarca, sin fronteras, ir a cualquier sitio sin impedimentos. Pero como no es así, por lo menos dar la bienvenida con una sonrisa al que viene, y despedir al que se va deseando que lo reciban como nosotros lo haríamos. Ahora he descubierto otra palabra igual de hermosa, «Calotia» significa «el hogar que te recibe» en náhuatl.

«Lo mismo con las canciones,
los pájaros, los alfabetos.
Si quieres que algo se muera
déjalo quieto.» (JD)

Augusto Metztli.

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