Una ventana es mucho más que una abertura en una pared por donde entran la luz y el aire que ventila la estancia, es más que un marco a través del cual nos asomamos al exterior. Una ventana es, quizás más que cualquier otra cosa, lo que no vemos, lo que hay detrás de esta, lo que está encerrado en el interior de las paredes que la sostienen.

Nos hemos apresurado a ocupar nuestras ventanas, balcones y terrazas. Descubrimos que un espacio donde poder tomar el sol y respirar es un tesoro, por minúsculo que sea. Le hemos dado una nueva vida a esos espacios porque lo de vivir enjaulados no es para nosotros. Asumimos en mayor o menor medida las normas, dejamos que nos manipulen, que jueguen con nuestros derechos, que se inmiscuyan en nuestra intimidad e incluso que comercien con ella; dejamos que nos exploten, aceptamos la precariedad, cargamos con una culpa -aún no sabemos cuál- heredada, somos sumisos, fieras amansadas. Aguantamos, pacientes y resignados. Todo saltará por los aires el día que hayamos perdido por completo la libertad de movimiento.

Podemos salir al balcón con nuestras mejores galas, asomarnos a la ventana y fingir que todo está bien, que la vida sigue aunque dentro, en casa, todo sea una ruina. La Princesa de Asturias y la Infanta Sofía dicen que están intentando seguir con la vida de la mejor manera posible. Una ventana es una ventana.

Fernando Prado.

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