Destruir a Colón y todo lo que representa, me parece un acto de imperativa justicia que llega tarde, porque esas ganas de quitarle los honores a los colonizadores, es lo que sentimos desde hace mucho tiempo, nosotros los y las mestizas (descendientes de los pueblos originarios). Cuando un blanco europeo o un «noble» americano considera que es estúpido, o que es un acto ridículo, infantil o un revisionismo absurdo, demuestra que su avaricia aún no es suficiente, que también quiere colonizar los sentimientos de las y los actuales americanos, que quiere explicarnos y decirnos lo qué debemos pensar, sentir, razonar y actuar. Yo no quiero que figuras como Colón, Pizarro, Isabel o Cortés, tengan espacios centrales en las plazas de las ciudades y pueblos americanos. No se los merecen.
Cuando escucho el argumentario de todas las bondades que llevaron los españoles a América, me hace gracia, porque en sí mismos son afirmaciones colonizadores, clasistas, racistas y xenófobas. Por ejemplo dicen:
«De no ser por los españoles no habría universidades en América», pues resulta que en Mesoamérica ya había universidades, se llamaban Telpochcalli y Calmécac, todos los jóvenes sin importar su condición económica tenían derecho a estudiar en ellas, pero además eran muy eficientes y disponían de conocimientos tecnológicos, artísticos y humanísticos muy avanzados.
«Les libramos del imperio Azteca, que explotaba y oprimía a los pueblos», el objetivo de Cortés, no era ese, salió de Cuba rumbo al continente por otros motivos y siguió sus camino porque no le quedaba de otra, todo fue una argucia por ambición y beneficio propio, tan es así que de aquellos pueblos aliados, y que a no ser por ellos, el derrocamiento de los mexicas hubiera sido imposible, no queda nada. En Tlaxcala, no hay vestigios de un trato igualitario por parte de los españoles, solo ciudades colonizadas más, como otras del continente.
«Gracias a Cortés ya no hubo sacrificios humanos, eran unos salvajes», la cultura de los sacrificios de hombres, mujeres, niños y niñas es mucho más compleja, que encasillarlo en una actividad primitiva y violenta, pero es hipócrita porque en ese entonces en el pequeño continente se mataban los unos y otros por miserias. Incluso ahora mismo, Europa no tiene empacho en sacrificar a la mano de obra barata de terceros países, donde produce sus mercancías más contaminantes, no las matará al momento, pero las envenena y les enferma de cáncer. Aquellos sacrificios tenían objetivos religiosos, y unas reglas muy determinadas, si bien impuestas de unos pueblos a otros, era un práctica común, al punto que había guerras floridas entre pueblos con el único objetivo de tener gente a la cuál sacrificar.
«Les llevamos el maravilloso lenguaje español», los idiomas que se hablan en América son bellísimos, complejos y utilizan palabras y conceptos tan sofisticados que no existen en español por ejemplo palabras en náhuatl como «totzpa» qué significa: sonar como fruta que cae al suelo y «itéquiya» qué significa: cuando algo es así por naturaleza.
«La religión católica sustituyó a sus creencias primitivas y paganas». Pues contrario a lo que se dice y cree, la religión nahua y sus derivados eran monoteístas, siendo una diosa/dios mujer/hombre llamado Ometéotl/Omecíhuatl el que se hace a sí mismo, el dios/diosa origen de todo. Los avances científicos, sociales y artísticos de civilizaciones más avanzadas suelen tener en común que sus religiones son monoteístas.
Y así se pueden rebatir cada una de las supuestas bondades de la conquista de los españoles. En aquellos tiempos en Mesoamérica, el urbanismo era más eficiente que el europeo, al punto que muchas teorías urbanísticas renacentistas vienen de la observación de ciudades como Tenochtitlán, que técnicamente era una de las ciudades más pobladas del mundo y que gestionaba sus residuos, aguas sucias, agua potable, circulación, y suministros como ninguna de la época, incluso mejor que muchas ciudades actuales. Para leer algunas piezas divulgativas de la cultura mexica como «La piedra del sol» hay que emplear teorías de la física cuántica, los científicos locales ya sabían que la tierra era redonda, que giraba alrededor del sol y que había planetas que hacían lo mismo, sus calendarios eran más precisos que los europeos, y en la medicina también eran notables.
El mestizaje desde una óptica biológica y cultural entraña más beneficios que prejuicios, eso es indudable, y nuestra identidad es mestiza, pero destruir las estatuas dedicadas a colonizadores en espacios públicos de Estados Unidos o de México o de Perú o de Bolivia, es una legítima reacción a 500 años de explotación, saqueo e infamias. Y da igual si Colón llevaba una carta que prohibía esclavizar nativos, porque al final lo hicieron, aún lo hacen. Esto es tan incomprensible para el europeo blanco, que un día escuché en un concierto de «Depedro» tocar y cantar la llorona como si estuviese cantando una balada al amor con ritmos marchosos, no entiende que «la Llorona» es un arquetipo del dolor de la conquista, aquella mujer es «la madre patria», es la Malinche, es nuestro desamparo. León Gieco tiene una canción que se llama «Cinco siglos igual» hace tiempo parece que ya no es tan igual, cuando los conceptos e ideas «inamovibles» se rompen, se cuestionan, algo cambia.
«…Muerte contra la vida
Gloria de un pueblo desaparecido
Es comienzo, es final
Leyenda perdida
Cinco siglos igual
En esta parte de la tierra
La historia se cayó
Como se caen las piedras
Aún las que tocan el cielo
O están cerca del sol…» (León Gieco)
Destruir a Colón es el planteamiento, no la respuesta, esa ya llegará.
Augusto Metztli.
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