Las bolsas del mercado las venden en el tianguis no en Zara

El tianguis (del náhuatl tianquiztli “mercado”) de cerca de la casa de mi abuela se ponía los jueves, ahí podías encontrar todos los productos de temporada, frutas, verduras, carnes, pescados, quesos, dulces, legumbres y frutos secos. Ir a hacer la compra semanal requería de compañía, una persona no era suficiente para venir cargando todos los productos. Era el 80 o 90 y ya veías a todos y todas llevar sus propias bolsas del mercado, eran de colores, tejidas con fibras de todo tipo, con costuras reforzadas en las esquinas y en los pliegues, con asas, en ocasiones sencillas, otras con asas dobles. Quienes las fabricaban, las vendían en los tianguis, porque sabían que las que llevábamos nunca eran suficientes, siempre había compras extras, había que meter y transportar hasta la casa muchas cosas como: dos kilos de papa, un kilo de jitomates, un kilo de limones, medio kilo de cebollas, unos ajos, un manojo de zanahorias, medio kilo de pepino, una jícama, medio kilo de calabacines, tres aguacates, medio kilo de nopales, un puñado de cilantro, un puñado de perejil, medio kilo de frijol peruano, un kilo de arroz, medio kilo de lenguado, un queso oaxaca, un queso adobera, un queso panela, una bolsita de dulce de camote y calabaza, un kilo de tortillas, una penca de plátanos, un kilo de mangos, dos kilos de naranjas, un kilo de mandarinas, medio kilo de guayabas, medio kilo de chicozapotes, una papaya, un melón y medio kilo de tunas.

La organización era la siguiente: cada quién cargaba una bolsa llena hasta el borde en una mano, pero había una bolsa del mercado, la más grande, con asa doble, y esa la cargábamos entre lxs dos, así emprendíamos la vuelta a casa, para después acomodar y disfrutar de aquellas exquisiteces recién compradas a productores y productoras locales. Al terminar las bolsas se sacudían, se limpiaban y se guardaban para la próxima semana.

Todo esto lo recordé viendo la centésima apropiación cultural (de los mafiosos) de Zara, que le hicieron a las tradicionales bolsas del mercado, y que venden en su web cuadruplicando su precio real. Y a simple vista sin la calidad y resistencia de las de siempre, las de cercanía.

Augusto Metztli.

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