Jorge Drexler dijo que el consumo musical ha cambiado, que antes era horizontal y ahora es vertical. Lo que significa que antes la gente compraba y consumía discos de artistas y ahora no, ahora compra las canciones sueltas. Sí, tiene toda la razón.
El consumo cultural o de lo que sea, no es una cuestión azarosa, es una consecuencia, es la respuesta a un estímulo de una industria. Es como cuando hace 40 años comenzaron a vender yogures, o los cereales en caja que nadie necesitaba, ni deseaba, ni le apetecían, y a base de publicidad, ahora son hábitos. O las botellas de agua, ¡agua embotellada! quién se hubiera imaginado que eso sería un negocio tan redituable. Es como el viento, que mueve la basura que alguien dejó fuera de su sitio, pero nosotros decimos que es del viento.
¿Por qué ya no consumen discos? porque ahora, toda la maquinaria que produce música ha decidido concentrarse en producir una canción, en un vídeo de youtube o en las giras y conciertos. Dejó de ser rentable publicar discos, así lo ha decidido la industria musical, «las disqueras» a las que habría que cambiarles el nombre por «las cancioneras».
Una reacción a estos nuevos hábitos de consumo, es la vuelta de los discos de vinilo; o incluso artistas que a falta de uno, publican dos o tres discos, en periodos de tiempo muy cortos, como lo hizo Pedro Guerra; o la re-edición de discos en vinilo o en CD añadiéndole extras, como lo han hecho Aterciopelados, Bunbury o Elefantes.
Un disco es una exploración, que muchos artistas no acaban de desarrollar en una sola publicación, en ocasiones requieren crear dos discos y la experiencia previa de un tercero, para llegar al lugar creativo que pretendían o que les deje satisfechos. En mi opinión, una canción no permite una exploración profunda de nada, es como aislar un poema de un poemario, un puñado de páginas de una novela, un cuadro de una exposición, 5 minutos de una película. Hace falta información, contexto, preámbulos, sensaciones diversas, conclusiones, varios finales, más trama. En un mismo disco se pasan por muchos estados de ánimo, por muchas formas narrativas y a veces se llega al mismo lugar.
Por ejemplo, el disco más reciente de Jorge Drexler, «Salvavidas de hielo», lo grabó en México, fue instrumentalizado exclusivamente con guitarras, utilizando todas las posibilidades del instrumento, incluyendo la percusión; en sus agradecimientos, al recibir el Grammy Latino por dicho material, agradeció a su tío y a su primera guitarra hecha en Paracho-Michoacán, en México, y así cerró el círculo. De no haber hecho el disco completo, no habría podido explorar los sonidos de dicho instrumento, ni las temáticas que lo llevaron a homenajear a su primera guitarra. Cuando la banda «Caifanes» se deshizo, Saúl Hernández formó «Jaguares», su primer disco, «El equilibrio de los Jaguares», comienza con un poema y sonidos grabados en una sesión con un chamán, y a continuación las canciones, a la mitad del disco, viene otro poema con sonidos similares al del principio y después más canciones, el disco estaba pensado para formato casete, con su lado A y B, un poema de cada lado. Como último ejemplo, el primer disco que grabó «La Barranca» fue «El fuego de la noche», hay varias curiosidades, una de las canciones del disco dio nombre a la banda, cuando crees que terminan todos los tracks, hay que esperar un poco, porque aparece una canción que comienza con el sonido de una hoguera, instrumentos y carcajadas, en su re-edición actual, le añadieron una versión de Chan Chan de Compay Segundo.
Todas estas maravillas auditivas ahora no serían posibles, porque no se piensan discos, si no canciones. Tiempo y dinero.
Los discos son viajes, que en ocasiones duran varios discos, una canción es solo una parada, una piedra en el camino, un momento para descansar o para aprovisionarnos, es parte del viaje, pero no es la experiencia completa, no es destino, trama, travesía y final.
Augusto Metztli.
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Un comentario en “El disco es un viaje, el nuevo consumo de la música es la piedra en el camino”