Ahora estamos a vueltas con lo del dichoso apagón. No sé, no hemos salido de una y ya nos queremos meter en otra. No acabo de entender a qué se debe nuestro empeño en generar caos. Nos fascinan las distopías, los escenarios apocalípticos y parece que estamos deseando que se den las circunstancias necesarias para poner a prueba nuestra capacidad para subsistir. La cuestión es que se están comprando de manera compulsiva hornillos de gas, linternas, pilas, estufas de parafina o pellets, comida enlatada o cualquier cosa que se considere imprescindible para sobrevivir al cataclismo.

Sé que es imposible pretender que los medios de comunicación sean responsables, hay que cumplir con cuotas de audiencia, contentar a socios y patrocinadores, vender periódicos, pero deberían serlo al menos a la hora de transmitir información. Programar contenidos, líneas editoriales o tertulias que generen desconcierto y alarma en la población no es responsable.

Lo que está claro es que si todo se va a la mierda más vale que te escondas en un lugar seguro -si es que existen-, te hagas con un arma de fuego y un cuchillo de supervivencia, a lo Rambo, y te cargues lo que te queda de ética y moral para que puedas asumir de la manera más racional posible que eres un animal, y que matarás antes de que te maten a ti por mera supervivencia. Instinto primario. Así que déjate de cocinitas y conspiranoias. Haz vida normal o, si es posible, vive. Así de simple. Come, bebe, folla, lee, trabaja, no importa en qué orden, pero sé consciente de que hoy estás vivo.

Los zombies ya habitan entre nosotros ¿No los ves?

Fernando Prado.

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