Últimamente tengo la sensación de que todo es un drama, una intromisión, un abuso, un no hay derecho, y de que estamos en pie de guerra contra todo y contra todos, por si acaso, pues parece que nos es difícil identificar al enemigo. Tenemos serios problemas de enfoque y, en lugar de intentar corregirlos para ver con mayor claridad -por ejemplo, a ese enemigo al que hacemos referencia constantemente-, seguimos adelante con una diatriba paranoide, como perros rabiosos sin bozal, dispuestos a morder a quien haga falta en defensa de la libertad, de nuestra libertad, esa especie de boceto que trazamos a mano alzada y que vamos modificando a conveniencia, un espacio sin límites en el que cabe cualquier cosa y todo es posible.

El enfoque.

A tres semanas de las celebraciones navideñas, que consisten básicamente en ponernos ciegos de todo, los contagios continúan subiendo y lo que nos preocupa es que vuelvan las restricciones porque estamos todos muy hartos, y se piensan que somos tontos y que nos pueden manipular, y de aquí al totalitarismo hay un paso de hormiga, la madre que me parió, yo ya paso, que le den por saco, ahora resulta que hay que vacunar a los niños, ya les vale, los pobrecitos, que no tienen ninguna culpa y encima les quieren robar la ilusión un año más.

El enfoque.

A día de hoy ya deberíamos saber distinguir una bomba antes de que nos vuelva a estallar en la cara. Y lo hará. Y volaremos por los aires preguntándonos qué pasa, esto qué es, no puede ser, no es justo, yo no me merezco esto, otra vez no.

Fernando Prado.

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