«… Ovarios calvarios es un canto de sororidad por las víctimas de violencia sexual en Colombia y en el mundo… Las cerámicas son mujeres llorando y espejos, y pedazos de la lírica de las canciones hechas cerámica. Los espejos son vulva-espejo, entonces unx se ve como si estuviera naciendo, y tienen nombres de niñas y mujeres violadas como Juliana, Rosa Elvira, Jeanete… Es como un encuentro de vaginas en un mundo fálico, masculino, agresivo. Yo siento que logramos construir una atmósfera femenina y no es que no entren los hombres, para nada. Yo creo que todo el que entre se sienta como cobijado, consolado. Estamos hablando de un tema horrible pero es conmovedor…

Muchas piezas se quebraron. Y las volvimos a armar y las ensamblamos en maderas. Es como darle a ese romperse y fragilidad, una posibilidad de reconstruirse. Yo quería hacer un manifiesto pero eso no cuajó. Hay una cantidad de mensajes que irán construyendo una nueva realidad porque estamos inmersos en una que no está chévere. Y todo se sexualiza, y todo el tiempo toda la información que vemos son más mamis así, como una cosa disfrazada de libertad, y eso no es libertad. Eso no es lo que necesita una sociedad enferma, porque vivimos en una sociedad enferma. Si hay 10 millones de mujeres víctimas de violencia social-sexual, la sociedad está podrida, está en descomposición. Hay que cambiar todo, la manera, la información en que los fotógrafos buscan el material femenino. La manera en que los músicos hablan de sexo como si fuera “aquí vamos a ser todos felices” cuando el sexo es algo delicado, que se tiene que abordar desde el respeto y la dignidad. No desde la liviandad y el alcohol. Una sociedad donde se violan mujeres y niñas todo el tiempo ¿Necesita sexo? ¿Eso es lo que necesitamos? Es como preguntarse eso, ¿no?…»