Eliades Ochoa cantó Yiri yiri bon

Eliades Ochoa era de los integrantes más jóvenes del proyecto «Buena Vista Social Club». En 1996, cuando grabaron el disco, tenía 50 años, pero con experiencia músical desde muy niño, según lo cuenta él mismo en el documental, que hicieron poco después.

Nunca pude ver a ninguno de ellos, ni a Compay, ni a Ibrahim, ni a Rubén, ni todavía tampoco a Omara. Pero hace unos meses, en el programa de las fiestas, del pueblo donde vivo aquí en Galicia, anunciaban: «Eliades Ochoa, para el jueves 18 de agosto de 2022 a las 23 horas». Me hizo muy feliz saberlo y desde luego que pensaba ir.

Llegamos un poco antes para ver si nos firmaba el disco que tenemos de «Buena Vista Social Club (25 aniversario)». Marta pasó, gracias a la mediación de Diego de Arousa TV. Muy amable y entrañable, Eliades se lo firmó.

Nos colocamos en primera fila, para no perder detalle. Los músicos maravillosos y Eliades, igual, todo era tal como lo imaginaba, sonaron como creía. Y disfruté de su frescura, simpatía y manejo escénico. Me conmovió especialmente, cuando comenzó a tocar los acordes del «Carretero», la potencia de su voz y su manera tan orgánica de tocar la guitarra emocionan.

Intuíamos que habría menos gente de público, en comparación con el resto de actuaciones que hubo a lo largo de los días de fiesta. «Ser del sur de la música», en Europa tiene ese efecto. En términos anglosajones, aquella noche el concierto de Eliades Ochoa sería como uno de Paul Mccartney. Y de ser el caso, yo no habría ido a uno del ex-Beatles.

Eliades bromeaba con dejar sus canciones más conocidas para el final, para que la poca gente que había no se fuera y lo dejara solo con su banda, pero las tocó antes, y lo agradecimos igual.

La mitad de los temas que tocó no los conocía y eso me encanta. No conocer, para descubrir. Y así fue con uno de los sones más bellos que he escuchado, se llama Yiri yiri boum, lo compuso Silvestre Méndez. Eliades y su banda, hacen que suene espectacular, pero sobre todo, con su canto parece, un grito de la gente de África y de Cuba de todos los tiempos.

Eliades se fue, y se despidió con un: «Hasta luego, adiós todavía no lo voy a decir».

Augusto Metztli.

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