Miedo. Eso es lo que produce escuchar a un energúmeno gritando en plena noche semejantes barbaridades. Pero cuando se levantan al mismo tiempo todas las persianas del edificio y aparecen decenas de bestias berreando al unísono, exaltados y excitados, lo que se siente es terror. Podría ser la escena de cualquier película distópica pero ocurrió el pasado domingo 2 de octubre en el colegio mayor masculino Elías Ahuja, de Madrid. Los insultos iban dirigidos a las alumnas residentes en el colegio de Santa Mónica, situado enfrente.
La dirección del colegio condena rotundamente las manifestaciones vertidas por algunos colegiales y asegura que aplicará las medidas previstas en el reglamento, que en este tipo de casos conlleva la expulsión -dejad que me ría-.
Estos niñatos serán los futuros políticos, jueces, empresarios, directores de medios de comunicación; los encargados de perpetuar los privilegios de una élite machista, misógina, racista, supremacista y fascista que nunca ha escondido su odio a todo aquello que considera inferior, ya sean mujeres, personas pertenecientes a clases sociales inferiores, migrantes, colectivo LGTBi, comunistas y rojos, etc. Son los hijos de los todopoderosos que se sienten dueños del mundo porque se han acostumbrado a comprarlo todo. Así nos va.
No es una actitud justificable desde ningún punto de vista. No son unos chavales haciendo una trastada. Son unos mierdas cometiendo un delito.
Tolerancia cero.
Fernando Prado.
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