Después de 14 años viviendo aquí en Galicia, he descubierto hace poco, que el lugar colectivo, donde me he siento más cómodo, identificado y en el que, veo un camino de justicia, es con la gente inmigrante y racializada, que comparte los saberes del decolonialismo y del antirracismo, del que estoy aprendiendo.
Me gusta cómo son en el trato cercano, su implicación, su sensibilidad, su respeto, su energía, su fuerza, y empatizo con sus sonrisas con lágrimas al recordar sus procesos. He aprendido a ponerle nombre, sentimiento y lucha, a cosas que intuía pero que no sabía identificarlas con precisión.
Hay varios colectivos antirracistas que trabajan en Galicia (yo conocía a las de Resistencia en Terra Allea), que se organizaron entre ellos, para que todos, todes y todas juntas, saliéramos por las calles de Santiago de Compostela el 12 de octubre de 2022, para recordarle a la gente que no hay nada que celebrar, porque ese día fue el principio del fin de «los pueblos originiarios», de la naturaleza y los animales que la habitaban, de los saberes y culturas ancestrales.
Al grito de «Papeles para todes o todes sin papeles», «Colón asesino y violador», «Esta ciudad está llena de racistas», «Policía asesina», “12-0: Nada que celebrar”, “Ningunha persoa é ilegal” y otros mucho más, caminamos por algunas calles de Santiago de Compostela. Solo hubo algunos violentos y violentas xenófobas, pero fue anecdótico. Habíamos mucha gente en la marcha, y al pasar vi cómo se unía más gente y cómo otra tanta, nos aplaudía al pasar. El fin de la contramarcha, fue en la plaza Cervantes. Ahí leyeron el manifiesto personas migrantes y racializadas. Un manifiesto muy bien escrito, y con el que estoy completamente de acuerdo.
Después en el Gentalha do Pichel hubo una serie de actividades relacionadas con el antirracismo: Una comida o xantar con comida brasileira y mexicana, un concierto de música clásica decolonizada del proyecto Samudra trío, también tocó Alex, un guitarrista y cantante zapoteco, hubo poesía migrante con Aranxa Vicens, Jon y Vicky Campoamor, y Saya, una DJ palestina. Gente migrante compartió sus experiencias en una charla abierta al público y finalizamos la jornada con una actividad de «peche» que llevamos Jon y yo. Fue un día emocionante, agradezco la experiencia.
nunca nos vamos
nunca llegamos.
Algunos, por perder
pierden la vida
porque mueren migrando.
Son siempre migrantes.»
Augusto Metztli.
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