Estamos asistiendo, como cada año por estas fechas, al encendido de luces navideñas en todas las ciudades y pueblos de España. En Vigo, por ejemplo, se han encendido 11 millones de luces led en 400 calles. “¡Viva Vigo, viva la Navidad!”, exclamó Abel Caballero, quien defiende que su alumbrado supondrá un gasto de 60.000 euros. Calderilla. En Madrid, por lo visto, fue un caos.

¿Es necesario? No estamos entendiendo nada o nos da todo igual. El planeta se va al carajo y en lugar de protegerlo para protegernos continuamos sin tomar medidas, sin promover cambios, apostando por los combustibles fósiles, organizando cumbres del clima que acaban, una tras otra, en fracaso.

Es un escándalo que unos chavales preocupados por su futuro tiren sopa de tomate sobre un cuadro famoso en un museo, un atentado contra el patrimonio artístico de la Humanidad, un patrimonio al que millones de personas no pueden acceder -la entrada a cualquier museo ronda los 20 euros-. Pero como dijo Abel, el iluminado: “si nosotros quitáramos la Navidad, ganaría Putin”.

Fernando Prado.

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